lunes, 26 de abril de 2010

El Cazador de Amaneceres
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En la fonda de “La Paraguaya” escuchó hablar por primera vez de amaneceres. El diálogo de las mozas entablado en idioma guaraní, sobresalía sobre el murmullo del salón comedor. No era esa la charla que le interesaba, su oído estaba atento a un grupo de troperos que conversaban animadamente en la mesa contigua. Por sus atuendos provenían de lugares remotos. Sentados en rueda relataban historias en un castellano impregnado de aromas de menta, cedrón y poleo. No hay dos amaneceres iguales, cada amanecer es distinto al otro, se escucho decir con tonada salteña. Si uno se pierde un amanecer nunca más lo podrá ver, sentenció otro que acentuaba las eses como buen santiagueño. Salió de la fonda con una frase que le daba vueltas a la cabeza, No hay dos amaneceres iguales. Esa noche no pudo dormir haciendo cuentas sobre las mañanas que se había perdido. Cuando se levantó tenia tomada una decisión, iba a cazar amaneceres para guardarlos y compartirlos.

El hábito de escuchar conversaciones ajenas le venía de tiempo. Cuando era adolescente en el bar Rivadavia de 50 entre 7 y 8, oyó un relato sobre unos rapaces, pupilos de una escuela de curas, que corrían detrás de un gato. La historia lo atrapo y se hizo habitué del boliche para poder seguir el dialogo de dos hombres que se encontraban asiduamente a jugar ajedrez, tomar cerveza y contar cuentos de irlandeses. A uno de ellos los mozos lo conocían como El gordo Dillón. Del otro que usaba anteojos con marcos de carey nunca supo su nombre. Sin embargo se enteró que hacía ocho años vivía en La Plata y trabajaba en una importante editorial de la ciudad de Buenos Aires. Su mujer a quien llamaba Elina era directora de una escuela de ciegos y disminuidos visuales que estaba sobre la calle 54 casi 3. Allí moraban junto a sus dos hijas mujeres. Hacía unos años se había inscripto en la carrera de letras de la Facultad de Humanidades de La Plata. El secundario lo terminó de grande. Le llevó once años, tenía nueve en matemáticas, diez en literatura y tres en ejercicios físicos. Todos los días tomaba el tren de La Plata a Constitución rumbo su trabajo. En el viaje corregía las pruebas de imprenta de la editorial Hachette. Esto le inspiró un relato y escribió un policial negro que se llamaba precisamente “La Aventura de las Pruebas de Imprenta”.
De chico presintió que el hábito de escuchar ajeno le podía traer problemas, pero podía más la curiosidad y el vértigo que le producía ser testigo mudo de pasiones encontradas. Una noche salió del bar Rivadavia intrigado por algo que había escuchado, le costo años decifrarlo. Que carajo habrá querido decir este irlandés cuando al oído de su amigo le confesó “Hay un fusilado que vive”.


¿Qué harías para no perderte un amanecer?
Mensajes que van llegando para cazar amaneceres

Mensaje de Francisco




Mensaje de Mane y la niña que está por llegar, Ambar

Jony Sospecho que los amaneceres se disfrutan, se sueñan, se idealizan, se planifican. O quizás los momentos memorables, que uno quiere vivir es casi siempre en un lugar que no es…. La mayoría de veces, dentro del lavadero tendiendo la ropa o mangueriando la vereda.
Siempre pasa en una playa, en un cerro, en el campo o en un lugar donde te suelte la noche en un día de exploración. Para otros en una ruta, un fogón amablemente rodeado de personas, o en otras, que está en cada uno.
Pero yo tengo la teoría que un párrafo aparte merece el inicio de este acto, ¿...que haríamos por no perder el amanecer…? Posiblemente sea por empezar no perdiéndose el atardecer. Creo que se momento también merece una descripción, cuando el día se despide de la noche el mensaje es el intermedio los colores ciruelas, bordo, amarillos y dorados. El atardecer es la antesala de la búsqueda a no perderse el amanecer. El atardecer será un abstracto diario del pensamiento de un artista?... en el atardecer te preparas a salir o a pasar la noche mas linda e irrepetible posible.
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Matías: yo soy dormilón, por eso compré semillas de soles para tener los amaneceres donde desee
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Graciela: iría hasta la China ida y vuelta así no me duermo
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Susana: para detener el amanecer, podríamos distraer a los caballos alados, que, como muy bien sabemos todos, tiran del carro que lleva al sol por el cielo... Distraerlos, con un poquito de azúcar.
Claro que, solo por un ratito, ratito solar, porque los gallos, las campanas y los panaderos no saben qué hacer, si les falta ese milagro.
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Mauro: Para el Cazador, con cariño, un aporte: rumbear hacia el espigón más cercano, con paso tranquilo y llevando el gusto del amargo mate aún en la boca, entre la naciente claridad.Una vez en él, caminará hasta adentrarse en el río. Cuando el Dios comience a asomarse en el cielo, se detendrá y cerrará los ojos. Luego, llenando su pecho de aire fresco y ritmo de marea, respirará. Cuando las caricias de luz tiren de su piel, recibirá su abrazo de fuego eternizante. Tal vez así, pueda atesorar el recuerdo de este amanecer en su alma. Como las sales de plata que abrazaron este papel cuando vieron la luz... y dan testimonio de aquel día.
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Nelba: digamos Cocoroco (el Quiquiriquí es para los gallos coquetos y de cresta peinada) Yo estiraría el brazo para alcanzar el gallo de mi vecina, un gallo con todas las letras. Cuando se pone bravo se lleva el mundo por delante. Lo iría a buscar para que me despierte porque amo los amaneceres. Le diría al cazador que siempre conviene tener un gallo puntual a la mano.

Melina: Viajaría 600 kilómetros en sulki para verlo en la costa del río Uruguay, con un rico mate.

Viole nos escribio: yo soy bastante dormilona y soñadora por las noches, así que tendría que llamar a un coro de pajarillos para que me canten en la ventana y a un chingolito travieso que revolotee y se meta en mi pieza por algún agujerito y que con su piquito me de suaves toquecitos en la mejilla. Aaaaaa!!! y eso sí, no puede faltar que alguien me cebe un mate para despertarme bien y ver el hermoso sol que nos acompaña día a día!!!!!!!!!
(Antes vivía en un edificio que tenia un paraiso en la vereda y había un zorzal que me cantaba todas las mañanas... empezaba justo al amanecer!!!! ahora vivo en otro edificio y lamentablemente no tengo un árbol, cerca de la ventana.....)

Adri: cruzaría el océano! llenaría mi mochila con un termo y un mate, me pondría mis zapatos areneros y caminaría sobre el filo de una duna hasta ver la primer estrella. Luego cerraría los ojos recostada sobre la mismísima anaranjada arena arábe y esperaría....el sol sale....siempre.


Juliana: le digo a la doña del hostel que me tire la puerta abajo a las 4 de la mañana, tomo un café en la ruta y me voy a sacar fotos con trípode en la niebla hasta que se haga de día!!!!

Andrea: cada noche Morfeo me recoge con sus alas y haciendo uso de sus maquinaciones me entrega los sueños que solo los dioses entregan....resignaría eso ...le daría unas vacaciones a Morfeo y con un mediomundo me iría a cazar soles .

Natalia: Me quedaría de guardia en el hospital..jaja..Quiero mi pato!!

Agustina: para disfrutar de las primeras luces, es preciso transitar los misterios nocturnos y las oscuridades humanas junto a un choripanero callejero o con el rio y sus aguas.

Luciana y Luis: atravesaría infinitos horizontes y subiría a la montaña más alta

Horacio: el problema, para mí, no es perderme un amanecer si no "perderme al amanecer" (y no encontrarme hasta la noche). Por otro lado para perder algo primero hay que tenerlo o haberlo cazado. Aunque no es lo mismo perder algo que perderme algo. Es como si la cosa pasara cerca y uno no la toma y despues se arrepiente de no haber vivido ese momento.

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